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Racismo y drogas

Sé que es difícil que un tribunal se crea a Mbappé. También sé que así se construye la impunidad. Al final no se denuncian los hechos porque hacerlo no sirve de nada; no te creen si eres una persona racializada y peor si no tienes residencia legal.

Otra vez con el racismo y las drogas... El caso de este mes es muy duro y triste. Nuestro protagonista, al que llamaremos Mbappé para llamar un poco más la atención, de origen subsahariano y sin residencia legal, fue testigo de un hecho delictivo cometido por unos policías. Vio como pegaban a un conocido suyo por pura chulería, para demostrar quién mandaba en el barrio. Nuestro protagonista vio que el chico no había hecho nada y como los agentes, sin que ocurriera ninguna agresión o intento de huida, empezaban a propinarle golpes al muchacho. 

Al verlo, le salió de dentro tratar de ayudar a su conocido, y se puso a gritar muy fuerte para llamar la atención, chillando que le estaban pegando, que no había hecho nada, montando desde luego un buen escándalo. Algunas personas se pararon, pero más para curiosear que por interés en ayudar ante una situación injusta. Los agentes siguieron con lo suyo, como si no fuera con ellos, pero no dejaron de lanzar miradas llameantes de odio a Mbappé. El escándalo no sirvió para evitar la paliza ni que se llevaran detenido al otro muchacho. Los agentes lo metieron en un coche patrulla y desaparecieron con él. Al parecer, se lo llevaban detenido por un delito de atentado contra los agentes de la autoridad.

Durante los siguientes días, Mbappé estuvo tratando de localizar al chico, pero no lo encontraba. Preguntó a conocidos, pero nadie sabía nada de él. Poco a poco se fue olvidando del asunto. Sin embargo, los agentes no se olvidaron de como había tratado de meterse en sus asuntos, cuando ellos nunca se habían metido en los suyos. Nadie les discutía en su barrio, y sin duda se lo iban a hacer pagar. 

Cuando ya habían pasado varias semanas desde el día de la paliza, los agentes se acercaron por donde vivía Mbappé y esperaron discretamente, de paisano, hasta que apareció por la zona. Le fueron a buscar y, como si se tratase de algo rutinario, le pidieron documentación, luego le cachearon y poco a poco se fueron poniendo cada vez más violentos y chulos, hasta que dándole bofetaditas en la cara le empezaron a recordar aquel día: que qué quería, que si era su novia, que si quería acabar como el otro, poniendo cada vez más nervioso a Mbappé, seguramente para provocarle y que les intentara agredir. Pero Mbappé se las vio venir y mantuvo la calma. Los agentes al final lo dejaron tranquilo, pero solo por ese día. 

Al cabo de dos días vinieron y directamente le pusieron las esposas y le acusaron de vender marihuana. Uno de los agentes hizo ver como si le sacara del bolsillo tres bolsas de unos cuantos gramos. Y sí, se lo llevaron detenido, y lo acusaron de vender marihuana en la calle. En el juzgado le tomaron declaración al día siguiente y lo dejaron en libertad. Ante el juez de guardia declaró que era para su consumo propio, por recomendación de su abogado, dado que, aunque no fuera verdad lo que decía la policía, era difícil demostrarlo. Además, había que tener en cuenta que la marihuana era escasa, por lo que bien podía salir absuelto, al declarar que era para su propio consumo. 

Pero la venganza policial no quedó ahí, siguió adelante y de una forma más grave. Al cabo de unos días, estando de nuevo en una plaza cerca de su casa, se le acercaron sin que él se diera cuenta y, de nuevo, lo esposaron directamente, diciéndole que quedaba detenido por venta de heroína en la vía pública, mostrándole cuatro papelinas que el agente tenía en la mano. La acusación ya era más grave, la pena mínima para la venta de heroína al menudeo es de tres años de prisión. Mbappé no podía dar crédito a lo que le estaba ocurriendo. Lo llevaron a los calabozos de los Mossos d’Esquadra y, al día siguiente, de nuevo, al juzgado de guardia. En el juzgado no supimos qué declarar, cuál era la mejor opción, y optamos por guardar silencio: Mbappé se acogió a su derecho a no declarar, a no contestar ninguna de las preguntas, y fue puesto en libertad. 

La disyuntiva es ahora enorme. Si explica la verdad, difícilmente un juez se va a creer que la policía miente; además, debería poder explicar por qué la policía miente y poder probar que efectivamente un amigo o conocido suyo fue detenido, y dar una explicación de por qué un agente podría tener ese interés en incriminarle. Pero a su amigo del barrio no lo ha vuelto a ver. Pero, es más, sí explica esto, ¿cómo justifica no haber contado esto mismo cuando fue detenido por venta de marihuana? Además, debería decir que la heroína no es suya, que él no es consumidor. Pero si declara esto, entonces el tribunal, si no cree que la policía está mintiendo, tendrá que condenarle por tráfico de heroína, dado que tiene papelinas de esta sustancia sin ser consumidor, por lo que solo puede tenerlas para su venta. 

Personalmente, no sé qué ocurrió, pero sí sé que es difícil que un tribunal se crea a Mbappé. También sé que así se construye la impunidad. Al final no se denuncian los hechos porque hacerlo no sirve de nada; no te creen si eres una persona racializada y peor si no tienes residencia legal. En próximos números os contaremos el desenlace. 

Este contenido se publicó originalmente en la Revista Cáñamo #308

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